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El Heavy Metal nuestro de cada día:

El Heavy Metal nuestro de cada día: Endless Forms Most Beatiful
En la voz tranquila y profunda de Richard Dawkins comienza el octavo disco de la banda finlandesa Nightwish, Endless Forms Most Beautiful (2015). En el preludio; la calma antes de una explosión; el famoso biólogo reflexiona...

miércoles, 16 de mayo de 2018

Creencia (05/2018)


 




La última vida será mejor para ti que la primera.”
Corán 93:04

Aquellos que son sabios no se lamentan por los vivos ni por los muertos.”
Bhagavad-Gita 02:11

For me, it is far better to grasp the universe as it really is
than to persist in delusion, however satisfying and reassuring.”
Carl Sagan – The Demon Haunted World

Me voy con el Boko Haram.

      Estaba recostada sobre la estufa. Con una mano sorbía el café de una taza mientras manufacturaba el desayuno con la otra. Entre sorbos, hincaba la pantalla de su móvil con el meñique y la pantalla obedecía arrastrando desde la internet imágenes y textos de noticias recientes y de artículos de interés. La información fluía a sus órdenes. Habían correos de la oficina esperando, el teléfono insistía en recordárselo, pero no los leería hasta después de vencer el tráfico. Primero era el café, el desayuno y ahora esa voz entusiasmada a su espalda que demandaba atención.

Dime, que no te estaba escuchando.
Que... voy... a... u… nir… me… al... Boko… Haram –sentenció la voz, cuyo epicentro era un rostro mortalmente serio.

      Ahora sí llegó el mensaje. Era inverosímil para ella, pero esa postura y expresión; el ceño levemente fruncido, la mirada fija, encajada en la suya; la convencieron de que estaba poseído por una idea. Lo conocía muy bien y sabía que no sería fácil de desentrañar. Con paciencia, la poca acumulada en ciernes de una semana, aceptó participar del juego. Depositó la taza de porcelana sobre la encimera y giró lentamente, con una mano asegurando la apertura de su bata. Enfrentó a su hijo de once años.

OK. ¿Y por qué? ¿Qué te dio?
Nada. Es que estaba pensando muchas cosas.
¿Y qué tiene que ver eso con un grupo terrorista?
¡No son un grupo terrorista! Los noticieros, acá, le dicen así. Es más fácil pa’ ellos. ¡No entienden al profeta!
¿Ah no? ¿Invadir pueblos, matar gente y tomar rehenes, especialmente mujeres, no son actos de terror?
No son malos. Combaten la injusticia. La injusticia que nosotros mismos causamos allá. Por eso los pintan de malos, pa’ que la gente no los apoye.
¿Qué injusticia?¿De qué estás hablando?
Por siglos nos hemos comido a África y le dejamos los huesos y las cáscaras a los nativos. Alguien tenía que enfrentar al capitalismo ese, salvaje, que lo que hace es destruir para hacer ricos a los más ricos.
Esa última respuesta le pareció a ella sospechosamente ensamblada para una agenda.

Todavía no veo porqué tú y yo somos responsables de lo que pasa por allá.
Sí mami, tenemos la culpa porque nos beneficiamos de todo eso: del petroleo, los diamantes, los minerales. ¿Ya se te olvidó la esclavitud?
Bueno, está bien. Eso es cierto, pero por lo que he leído, el Boko Haram viene a hacer lo mismo con su gente. No vienen a salvar a nadie. Vienen a destruir, a robar y a esclavizar.
No, mami, no. El Boko Haram viene a unir comunidades no destruirlas. ¿Tú sabes cual es uno de los cinco principios del jihad? Se llama tawhid: la unidad que solo se logra en el conocimiento de Alá. ¿Viste? Y tú siempre dices que lo que falta es que la gente se una.

      Terminó así su discurso, que parecía leído de un panfleto, a la expectativa de una reacción a sus palabras, pero recibió nada a cambio. Quedó satisfecho. Había hecho su caso y triunfado. La montaña de su argumento era demasiado grande y pesada para ser movida. El profeta había hablado. Hacía un mes, el joven había recibido un correo electrónico con remitente desconocido. Contra el fondo blanco de un mensaje vacío de palabras, un enlace misterioso suplicaba ser pulsado. Con el leve movimiento de un dedo, había invocado el portal secreto. La página virtual estaba abierta, repleta de colores y sonidos, y de decenas de otros enlaces para activar. El escogió el más grande y brillante. Parecía ser un video. En él, un hombre joven, de veinte-tantos años, hablaba un lenguaje desconocido. Por suerte, la acción era subtitulada en el idioma que sí entendía bien. Los hombres y mujeres de occidente son arrogantes. Creen que pueden entender a dios y al universo por su propia voluntad. Proponen que la mente es más poderosa que su espíritu. Pero, lo único que hacen es satisfacer sus vicios, se consumen en su decadencia hedonista. El mensaje se repetía entre visuales nuevos y variados: machacaba una letanía en su ojos. La vida aquí es dura y el futuro incierto. Alá nos promete una vida eterna en el paraíso. La voluntad del hombre es corrupta y sus impulsos, destructivos. El bien y el mal son caminos confusos, que se bifurcan. Déjate llevar; Alá será tu guía. Ríndete y descansa. La voluntad de Alá será tu vida. El Boko Haram lo había reclutado en ese momento.

      Ella dio un paso al frente, menguando el espacio entre ambos. Primero, se apoyó del espaldar de una silla, parte del juego de la cocina, y luego se dejó caer en ella. Si hubiera tenido la taza en la mano, de seguro hubiese explotado en el piso, como su mente. Veía la intensidad del joven. Confirmó que no era, ni remotamente, una broma o un ataque provocado por otra cosa. No eran ganas de joder; su sinceridad era obvia y no tendría más remedio que ahogarse en esa disputa. Era lunes y el Boko Haram estaba en la agenda de ninguna madre. Respiró profundamente buscando fuerza en el aire, fuerza para cohibirse y evitar rajarle la cabeza al muchacho: una salida fácil, aunque temporera. El joven era listo y tozudo, no abandonaría su causa sin dar la batalla, aún le costara chichones o ronchas en los glúteos. Eso estaba probado. Ella tendría que vencer su idea con otra.

Contéstame esto: ¿Por qué el Boko Haram? ¿Por qué el islam? Hay otras religiones.
El hombre no escoge una religión. La religión lo escoge a él.
¿El hombre? ¿En serio? –El comentario había mordido una fibra nerviosa.
Tú sabes lo que quiero decir: ...el ser humano.
Ah… más vale. Explícame cómo es eso de que ahora eres un... escogido.
Nada. No te lo había dicho porque sé como eres con estas cosas, pero tuve una visión. ¿OK? Un ángel se me apareció por la noche y me habló. Me dijo que yo estaba perdido, que tenía que buscar el camino, que todavía podía salvarme. Con la ayuda del todo poderoso, quién nos creó y nos dió inteligencia, no tenía que temer a nada, ni siquiera al futuro. Dijo otras cosas que no recuerdo o no entendí muy bien, pero antes de irse me abrazó bien fuerte y sentí algo que nunca había sentido. Sentí que no estaba solo, que había alguien poderoso a mi lado, pendiente a lo que me pasaba, protegiéndome y que se preocupaba por mí.
 
     Esa confesión causó en ella mucho dolor. Criar a un hijo, sin el padre, fue un reto que ella emprendió desde el amor. Siempre trató de balancear su vida profesional con la hogareña y jamás imaginó que el niño se sintiera tan solo. El remordimiento era insoportable. Muchas cosas tendrían que cambiar y pronto. Ella haría el sacrificio por él. Por el momento, y con toda razón, no podía permitir que su hijo se uniera a un grupo terrorista, africano o de cualquier etnicidad. No tuvo más remedio que volver al ataque.

¿Cómo sabes que no era una mentira?
¿Cómo que una mentira? No entiendo.
¿El ángel que te visitó, era un ángel de verdad? ¿Se aparece alguien en tú cuarto y te dice que es un ángel y tú le crees? Pudo haber sido… ¿qué se yo?… Lucifer disfrazado, tratando de engañarte, o un extraterrestre del planeta Krypton haciéndose pasar por un ángel. Hasta Mahoma se equivocó una vez. ¿Sabías eso? –Era un argumento legítimo, pero el joven no toleró el sarcasmo.
Lucifer es un ángel –dijo, haciendo énfasis en el verbo– y Krypton ya no existe… explotó hace siglos… y no hables así del profeta –corrigió el muchacho, visiblemente molesto por la provocación.
Ese no es el punto. El punto es que te cerraste a cualquier otra explicación antes y después de ese evento. De hecho, hay otra posibilidad que no has considerado todavía.
¿Cuál?
Que nada de eso pasó.
¿Yo me lo inventé todo? –Esta vez, su madre había ido demasiado lejos.
Piénsalo. ¿Cómo era tu ángel? ¿Era alto? ¿Tenía alas?
No me acuerdo. Estaba medio dormido. Solo recuerdo que flotaba en el aire.
Claro, por eso no me desperté con el ruido de pasos por el pasillo. Sabes que hace un eco horrible y que tengo el sueño bien liviano. ¿Y cómo entró a la casa? No recuerdo que la alarma se activara, así que no abrió ninguna puerta.
No se, pero vi que traspasó la pared del cuarto cuando se iba. Era como un fantasma o un espíritu o algo así. Era un ángel, mami. ¿Qué querías, que llegara en Uber y tocara el timbre?
Bájame el tono, cariño. Bájame el tono… OK… ¿Cómo era su voz? ¿Qué idioma hablaba? ¿No lo grabaste en el celular?
Eh...no, no pensé... No sé. Me cogió de sorpresa.
Increíble. Hasta cuando se lavan los dientes se toman un video y lo ponen en las redes y a ti no se te ocurrió grabar algo durante un evento tan extraño. –El joven no mordió la carnada. Esas críticas de su madre eran harto comunes.
Pues no, no se me ocurrió en el momento. Como quiera que sea no recuerdo una voz ni que hacia ruido. Era como si me hablara directo a mi mente.
¿Y el perro, qué hacia? ¿No se despertó?
No, creo que no… que yo recuerde.
¿No ha vuelto a aparecer? Me encantaría hablar con esa criatura que visita el cuarto de mi hijo por la noche.
No, no a vuelto. ¿OK?
Mira… ¿Te das cuenta de que no hay manera de corroborar o por lo menos que otra persona dé su versión de los hechos? ¿Ves lo que te digo?
Sí... no… más o menos.
Me dices que hay un ángel que nadie, nada más que tú, puede ver, que no se puede tocar porque traspasa las paredes, que no tiene peso ya que va flotando por el aire y que ni siquiera un perro puede oler y escuchar. Dime mijo, ¿Qué diferencia hay entre ese ángel y un ángel que no existe?
Ajá… ¿y?… Tú no lo sabes todo. Esa lógica tuya tampoco prueba que no existe, que no estuvo allí. No me vas a convencer.
No tengo que hacerlo. Tú eres el que está reclamando que vivió un evento extraordinario, hasta sobrenatural. Tú tienes que traer las pruebas. Eres tu, cariño, el que tiene que convencer al resto de nosotros que sí estuvo y, por lo que veo, se te va a hacer bien difícil.
¡Ya! ¡Tú eres la experta en decirle a todo el mundo que están mal, en hacer que uno se sienta como un loco, como un bruto! Pero… pero… nunca ha salido de ti ni una sola idea, ni una explicación, que yo recuerde. Lo único que haces es probar que todos los demás no saben lo que dicen. ¡Pero tú no crees en nada!

      Salió disparado de la cocina, rojo y enfurecido, como la misma imagen apócrifa de un Djin. Pero, había presentido esa derrota. Habían hablado así, antes. Ella solía tener esos debates, esporádicos, con compañeros de trabajo, con vecinos y especialmente con las pobres almas que llegaban a la casa a regalar sus revistitas. Nunca la había visto abdicar. No aceptaba una premisa, por más inofensiva que fuera, sin el escrutinio de su lógica, de su ristra de preguntas y respuestas. Los más civilizados trataban de escapar al impasse con un trueque, como si se pudiera negociar un pedacito de la realidad por otro: “bueno, entiendo, pero por lo menos estamos de acuerdo en que existe el bien y el mal, ¿verdad?” Los menos, salían convencidos de que algún día ella vería la razón que predicaban: la más correcta de las verdades. Ese día la recibirían con los brazos abiertos, arrepentida y pidiendo disculpas por su arrogancia. Él estaba seguro que ella disfrutaba luchar esas pequeñas batallas. Era cruel lo que hacía: el robo de tu identidad y todos tus sueños. Cualquier madre podía ser perversa en ocasiones. Todos los hijos sabían eso. Pero, desmantelar a un ser humano de esa manera, hasta el tuétano, era el placer de alguien insensible y antipático. Él jamás haría algo así a otra persona.
      Semanas después, había una botella de Chardonnay sudando efusivamente sobre la mesa de la cocina. Era la escena de todos los viernes en la tarde. Los tacones se habían estrellado en algún lugar de la sala. La blusa estaba abierta dos botones más abajo y el sostén flotaba desamarrado, pero en su sitio. El celular yacía inerte y bocabajo sobre el mantel. No tuvo más remedio que extinguirlo, no quería callarse ni dejaba de vibrar. El padre del niño quería algo y con insistencia. Ella seguía saboreando su vino en buches. Cada vez que tragaba el néctar dorado, ahogaba una ansiedad específica: el jefe cuestionando los atrasos en los proyectos para los cuales asignó pocos recursos y dinero, el estudiante de internado que seguía viendo pornografía en su computadora y el padre, tratando de cambiar las fechas de visitación, nuevamente. Para eso se inventó el vino. Era viernes y había que liquidar la semana. Ya renacería el lunes el ciclo inevitable de todo lo que es estulto: el tráfico, el cubículo, los jefes y los ex-maridos.
      El eco de pasos por el pasillo entre los cuartos, la sacó del trance. Le pareció extraño ya que se suponía estuviera sola. El padre iba recoger al muchacho en la escuela y lo devolvía el domingo. Por eso es que me estaba llamando. Cabrón. Eso es que de repente tiene planes con alguna de sus estudiantes, como siempre, y no se quiere quedar con él. El joven se aproximaba despacio, como si tratara de no hacer ruido, excepto que el murmullo de algo arrastrándose por el piso lo delataba. Salió de la penumbra del pasillo y se asomó a la claridad de la cocina. Ella seguía postrada sobre la mesa, de espalda a él, embelesada con el resplandor del vino blanco y dulce que bailaba en su copa. El menisco del licor ya marcaba la mitad de la botella. Su coraje iba creciendo. Los planes se habían arruinado. En vez de una película y unas copas, serían las asignaciones y las prácticas de fútbol. La tina no se llenaría de burbujas este fin de semana, pero la casa estaría llena de muchachos impetuosos e hiperactivos. Iban a colonizar la televisión (más fútbol) y la nevera. No escuchan Jazz, pero harían vibrar las paredes con la monotonía de su reggaeton. Ensuciarían los pisos y los muebles con migajas y con salpicadura de jugos y salsas. Lo peor vendría cuando se fuera el último: quedaría ella sola con él, para volver a explicar el porqué su papa hacía lo que hacía.

¿Que pasó? ¿Que dijo tu padre esta vez?
Pues… yo no sé. Dijo que él no tenía tiempo para estas cosas y me trajo aquí. Que después hablaba contigo.

      Antes de que la maldiciones explotaran como lava por su boca, logró girar su cuerpo lo suficiente para atisbar al muchacho y entendió, en ese instante, la reacción de su ex-marido. Allí estaba su hijo, a la entrada de la cocina, excepto que no era el hijo que llevó a la escuela temprano en la mañana. Era otra criatura. Tenía la cabeza completamente rapada y su única prenda de ropa era una bata albina que, al parecer, quedaba un poco grande y rozaba el piso. Sin derramar una sola gota de la copa que aprisionaba en su mano, completó la maniobra de giro sobre la silla y quedó frente al avatar que pretendía hablar por su hijo.

Namasté, mami, namasté.
Por favor, por favor… dime que es un disfraz para Halloween o que estás en una obra de teatro o algo así. Por favor, dime eso.
No mami, no es un disfraz. No estoy jugando. Es un dhotti. Es la ropa que usamos los nuevos bhakta, los que somos neófitos en la consciencia de Krishna. ¡Hare Krishna!
Ah... eso lo explica todo…Mira, si tu quieres ir así a la escuela… ese es tu problema. Pero sabes que la vas a pasar mal y no quiero excusas con las notas.
Mami, yo no voy a volver a la escuela –afirmó, dibujando una sonrisa leve en sus labios.
¿Ah no? ¿Y que vas a hacer de ahora en adelante?
Lo que tengo que hacer, para lo que vinimos a este mundo. Me voy a dedicar a educar mi alma.
¿De qué carajos estás hablando? ¡Deja de estar creyendo esas cosas! ¡Tu no tienes alma! ¡Esas cosas no existen! –respondió ella, desde su frustración.
Ay mami, sabía que ibas a decir algo así. Lo sabía. La otra vez que hablamos, tengo que admitir que tú tenías razón. Pero, esta vez, yo te voy a convencer a ti. Ya tu verás.
¿De qué? ¿De unirme a una secta religiosa?
No somos una secta, mami. El Hare Krishna es mejor que una religión. Las religiones requieren fe y la fe se puede mover o acabar. El Hare Krishna es entender que la consciencia de Krishna es la consciencia de todos los seres vivientes del universo. Por eso es la única y verdadera religión.

      Un leve mareo comenzó a aturdir a la madre. De primera instancia, descartó al vino como la causa. La proporción de alcohol en su sangre se mantenía, todavía, debajo de los estándares para un viernes en la tarde. Debía ser, entonces, el efecto de aquellas palabras incomprensibles que salían por la boca del monje enano, quien continuó entusiasmado con su discurso.

En verdad no importa en que dios creas. Solo Krishna es la verdadera forma de dios. Lo que sí importa es el alma, mami, el alma. Por eso es que estamos aquí, para purificarnos a través del servicio a otros, para evolucionar, por medio de la reencarnación y, finalmente, volver a estar con Krishna. ¿Tú no ves que hace sentido? Esto contesta todas las preguntas. No hay cielo, no hay infierno, ni injusticia, todo se explica con el karma: recibes lo que siembras… tarde o temprano.
Mira –pausó, más por falta de aire que de palabras–, eso que dices esta muy bien y todo, pero el alma es un concepto muy viejo que se hizo para explicar cosas que ahora sabemos que son puramente biológicas y físicas. ¿OK? Ahora sabemos del hipocampo y su importancia para crear y organizar memorias y –el aire tardaba en llegar a sus pulmones– de las células gliales que tienen que ver con la consciencia. –No llegó a pronunciar la última palabra.

      El mareo se había hecho insoportable y no podía resistir sus nauseas. Apenas podía abrir la boca. La garganta ardía y raspaba y sus ojos hinchados perdían visión cada minuto. Una migraña agresiva se iba apoderando de toda su cabeza y cada respiración era más laboriosa que la anterior. Sintió miedo mientras se desplomaba de la silla. La copa explotó en el suelo. Segundos después de la caída, como por instinto, logró la fuerza mínima para recostar el torso de una de las patas de la mesa. La parálisis era casi completa. Entre párpados levemente abiertos, vio a su hijo, de rodillas, acercándose. La abrazaba y le acariciaba el pelo suavemente. Vio que estaba ahogado en lágrimas cuando por fin despegó su cabecita de la blusa manchada en vino y vómito. Intentaba decirle algo que ella jamás imaginó.

No te preocupes mami, no te preocupes. Ya tú verás que todo va a salir bien. Todo va a salir bien. Ya tú verás que yo tenía razón. Cuando estemos allá, en el plano astral, te voy a buscar y te vas a dar cuenta que yo tenía razón, que tu tienes alma, y yo también, y vamos a reencarnar juntos otra vez y otra vez. Ya tú verás.

      Con el último aliento de la madre, el joven neófito se despegó del cuerpo inerte, se levantó y bebió de la botella hasta agotar el vino. Siempre fue muy inteligente. Le gustaba mucho la química. En la escuela había aprendido de ciertos solventes, como el etilenglicol, que reducían el punto de congelación del agua. Por eso lo usaban en la fabricación de anticongelantes para motores. Era incoloro y sin olor y mezclaba bien con el alcohol. Se conseguía fácil en la internet. Solo pagó veinticinco dólares por un litro, usando la tarjeta de crédito de su mamá. También tenía un sabor dulce y pensó que a ella le gustaría que fuera así.



3 comentarios:

  1. Hola. ¿Este es el texto de la linea paralela? Esta muy pero muy bien escrito. Me encanta como empieza el texto, parece una obra de teatro. Tus descripciones son el punto justo entre la parquedad y el detallismo, lo cual hace que uno pueda ir construyendo la situacion del los protagonistas sin perderse en nimiedades.
    Narrarlo desde la perspectiva de la madre fue una forma muy inteligente de contar la perplejidad que todos sentimos un poco cuando nos enfrentamos a un fanatico.
    La madre empieza su ataque con el conocido y brillante argumento de Kierkegaard, y despues arremete con toda una bateria de proyectiles de positivismo logico.
    El reproche que el hijo le hace a la madre es el reproche que le hacian a Socrates, jaja, es genial. Falto que le respondiera: - Mijito, yo solo se que no se nada.
    "Desmantelar", excelente palabra para el analisis. Desmenuzar tambien me habria gustado.
    Lo del Hare Krishna fue inesperado, jeje. Para ser una madre tan inteligente le salio un hijo bastante irracional je.
    No digo mas nada porque siempre hay gente que va directo a los comentarios antes de pasar por el texto!

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    1. Saludos Sebastián. Un millón de gracias por leer el cuento y comentar! Me alegra mucho que te haya gustado. Mis disculpas por que terminó siendo tan largo, y eso, que extraje toda una sección acerca del cristianismo para usarla en otro relato más adelante. Diste en el clavo en todas tus observaciones. Te juro que pasó por mi mente hacer que la madre respondiera con: "solo sé que no sé nada". Confesión: no sabía que el argumento en la primera parte tiene su origen en Kierkegaard. Desvergonzadamente admito que lo adapté, casi literal, de Carl Sagan, específicamente del capítulo El Dragón en mi Garaje, del libro El Mundo y sus Demonios. Pero nada, ya fui corriendo a mi anaquel y desempolvé mi copia de Temor y Temblor, que también incluye Repetición. A leer se ha dicho!

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  2. Califiqué el relato como "agradable" irónicamente, en varios momentos me transporté al lugar de la madre (muy hipotéticamente) queriendo darle un abrazo en el cuello al pibe. No voy a tener hijos, tranquilo. Y el final bueno, como para tildarlo de "agradable".
    Pero, coincido con lo dicho por Sebastián sobre ese punto medio entre decir poco y dar detalles, a modo de permitir ir armando el escenario mientras se sigue en la historia. Así que en ese sentido sí fue una lectura agradable.
    Por momentos el pibe me parecía demasiado astuto, aunque capás los pibes son más astutos de lo que creo, yo tan acostumbrado a toparme con niños ratas en videojuegos online... Pero sospecho que en su intento de doblegar a su madre, o mejor dicho de que su madre no lo doblegase a él, realmente se había puesto a estudiar las religiones.
    Y SPOILER... no resultaba tan fácil conseguir un fusil o armarse una bomba, por que sino volaba la casa para llevarse a la vieja con Alá, jaja.

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