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El Heavy Metal nuestro de cada día:

El Heavy Metal nuestro de cada día: Endless Forms Most Beatiful
En la voz tranquila y profunda de Richard Dawkins comienza el octavo disco de la banda finlandesa Nightwish, Endless Forms Most Beautiful (2015). En el preludio; la calma antes de una explosión; el famoso biólogo reflexiona...

miércoles, 13 de septiembre de 2017

El heavy metal nuestro de cada día: Steve Vai


Todavía un niño, jugabas con las teclas de un piano. Tanteabas patrones; pescabas melodías. Un maestro especial te enseñó a descifrar los símbolos de una matemática fantástica, una magia asombrosa, que habla el lenguaje de los sonidos en el papel. Jimmy Page te hizo esclavo de la guitarra: el mejor instrumento del mundo. Blackmore te inició en el misticismo. En poco tiempo domaste las vibraciones de las cuerdas. Desde Berkley, comenzaste la tarea imposible de transcribir a Frank Zappa. El genio rebelde del oeste te acogió bajo su ala. Juntos, navegaron los paisajes mas complejos y perversos. Arribaste, maduro, a una era de innovadores. Van Halen juró ignorar las reglas y Malmsteen no puede prescindir de ellas y tú, Steve Vai, los relevaste magistralmente a ambos. Brillaste con luz propia desde la tarima, bajo sombras de gigantes. Ven y regresa a tu choza armónica, donde el estante infinito sigue creciendo en ideas acaparadas. Haz que la música suene como tú quieres: excéntrica y virtuosa, compleja y radical. Quiero escuchar una conversación entre extraterrestres. Quiero que sueñes con serpientes. Exhala una canción al respirar. Saluda a Stravinsky de mi parte y por el amor de dios, sigue extrayendo notas al éter y al sonido de las flores contra la ventana.



miércoles, 6 de septiembre de 2017

Carta abierta a un escritor (09/2017)

Chromatic Typewriter - Tyree Callahan













6 de septiembre de 2017
Ponce, P.R.

Saludos cordiales,
       Espero se encuentre saludable un día como hoy. No me conoce, ni yo a usted, pero le prometo que, si lee esta carta hasta el final, me dedicaré a estudiar su obra. Devoraré todas sus páginas impresas y electrónicas. Haré notas; buscaré símbolos. Mi crítica será cruel, pero honesta. Nuestros debates serán extensos y fogosos. Nos admiraremos mutuamente. En el espíritu de esa amistad por concretarse, le escribo para solicitar algo inusual. No se preocupe, no necesito dinero, por lo menos no ahora. Le escribo para pedirle que me escriba. Deseo habitar una de sus obras. Engendre, le suplico, un personaje y enséñele a hablar como usted cree que yo hablo. Que nazca en las páginas de un cuento o una novela (no sabría como vivir en un poema). Debe ser arrogante y socialmente torpe. Puede comenzar narrando su eterna lucha con los vicios, pero destaque los más nocivos. También puede mencionar algunas virtudes, aunque tendrá que escarbar ardua y pacientemente. Añada modestia, si quiere. Resalte el malgasto de los pocos tesoros que cayeron en sus manos durante el camino. Cuente como desatendió sus mejores talentos en favor de distracciones banales. Puede usar la guitarra como ejemplo. Haga una lista de todas las oportunidades que desconoció, detrás de la comodidad malvada. Achaque síntomas y dolores que va descubriendo. Infle su abdomen en varias tallas. Despinte su cabello e invente un síndrome genético para explicar cómo aclaró prematuramente. Que use un disfraz de astronauta, sino que practique la ingeniería. Igualmente puede fungir detrás de una barra sirviendo tragos ardientes o recogiendo y coleccionando basura. De punto culminante, que se vea de rodillas frente a una encrucijada, como una madeja de caminos cuyos destinos la niebla y el polvo del desierto ocultan bajo sus pliegues. Hágale sufrir una crisis de identidad. Como en la película de Nolan, que el germen de una idea contamine su alma. Que no soporte lo que es, ni quiera ser lo que pensó quería ser. Opaque el lustre de todas las cosas que tiene, y transfórmelas en piedras grandes y pesadas, como la de Sísifo. En el proceso, deje que se autodestruya, que poco a poco, eche todo a perder. Ese capítulo será aterrador. Se que es mucho lo que pido. De no ser posible, si mi vida no es apta para ser publicada, le ruego entonces que al menos, estimado escritor o escritora, me diga que ocurre después de la encrucijada.




martes, 5 de septiembre de 2017

Hechos de papel II (09/2017)


       Allí estaba, tendida sobre la mesa, desnuda y sumisa, esperando paciente la tortura. El instrumento flotaba sobre ella, amenazante, en mano de quién la hizo prisionera. Su cuerpo temblaba levemente al menor roce, al menor suspiro. Quería  imaginar que, a la larga, parte del dolor se confunde con placer. Surgieron dudas en la mente de violador; temor y respeto inspiraban la profunda inocencia de aquella criatura pura. Aun así, sin remordimientos, sin más preámbulos, comenzó a raspar la piel blanca. Cada tajo añadía letras rojas a una palabra. Cada palabra completada, dolía más que la anterior. Se detuvo y vio lo que había hecho. No sabía si era bueno o malo. Pensó rajarla. Ella se defendió como pudo. Extasiada del dolor y rendida, comenzó a susurrar: “Allí estaba, tendida sobre la mesa, desnuda y sumisa....”.


Artista: Peter Callesen