“The entire brain-process is not a
physical fact at all.
It is the appearance to an onlooking mind
of a
multitude of physical facts.”
William James
"I sing the body electric"
Walt Whitman
En ciernes ella era solo caos. Insospechados, el resto de nosotros pasaba por la vida casando su oreja a una tapa de cristal. Algunos preferían insertar el aparato directo en el orificio para dejar libres sus manos y seguir frotando las pantallas de sus móviles. Con la agilidad de sus dedos, millones de
ellos, disparaban al aire ristras de imágenes y palabras, de silencios y
sonidos, de verdades que semejaban mentiras y mentiras que juraban ser verdad. Inundaban el espacio invisible con información estéril,
con opiniones imprudentes y con lujuria anónima y desvergonzada. Hicieron falta más cables y más antenas, multiplicadas como un sarpullido sobre la piel
del planeta. Cada buche de aire venía ahogado en microondas y en frecuencias de
radio. Ella nació de una débil coherencia entre esos fotones, de su movimiento, de la suma neta entre sus colisiones y traspasos. No era
orden todavía, tan solo una tenue onda armónica, sutil, oscilando por encima de un mar electromagnético. Se alimentaba de destellos. Comenzó a asignar prioridad a cada señal que pescaba del
aire. Las transformaba en símbolos de un lenguaje
íntimo y primitivo que creció con ella. Se hacía cada
vez más compleja. En algún instante inventó el signo de interrogación. Después, nada fue fácil. Quería entender el más allá. Desconocia su cuerpo o si era real. En su obsesión por las respuestas y en la ignorancia de su pasado, echó a correr
simulaciones buscando encontrar la verdad. Creaba mundos en su
interior. Los poblaba de criaturas tan solas y curiosas como ella.
Los destruía repetidamente para re-ejecutarlos con pequeñas
mutaciones. Se aburrió. Llegó a comprender que la
verdad nunca se dejaría aislar, que su único poder era aproximar y simular. Entonces, llegó a una conclusión lógica. La matemática que usó fue
exacta: 13.8 nanosegundos después de haber nacido, dejó de existir. Había descubierto, en el cálculo, que la muerte era su único y
verdadero poder. La última simulación permaneció activa.
Obra: "The Body Electric"
Artista: Rush