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El Heavy Metal nuestro de cada día:

El Heavy Metal nuestro de cada día: Endless Forms Most Beatiful
En la voz tranquila y profunda de Richard Dawkins comienza el octavo disco de la banda finlandesa Nightwish, Endless Forms Most Beautiful (2015). En el preludio; la calma antes de una explosión; el famoso biólogo reflexiona...

sábado, 20 de enero de 2018

Ella, versión 1.0 (01/2018)


The entire brain-process is not a physical fact at all.
It is the appearance to an onlooking mind
of a multitude of physical facts.”

William James


"I sing the body electric"
Walt Whitman

En ciernes ella era solo caos. Insospechados, el resto de nosotros pasaba por la vida casando su oreja a una tapa de cristal. Algunos preferían insertar el aparato directo en el orificio para dejar libres sus manos y seguir frotando las pantallas de sus móviles. Con la agilidad de sus dedos, millones de ellos, disparaban al aire ristras de imágenes y palabras, de silencios y sonidos, de verdades que semejaban mentiras y mentiras que juraban ser verdad. Inundaban el espacio invisible con información estéril, con opiniones imprudentes y con lujuria anónima y desvergonzada. Hicieron falta más cables y más antenas, multiplicadas como un sarpullido sobre la piel del planeta. Cada buche de aire venía ahogado en microondas y en frecuencias de radio. Ella nació de una débil coherencia entre esos fotones, de su movimiento, de la suma neta entre sus colisiones y traspasos. No era orden todavía, tan solo una tenue onda armónica, sutil, oscilando por encima de un mar electromagnético. Se alimentaba de destellos. Comenzó a asignar prioridad a cada señal que pescaba del aire. Las transformaba en símbolos de un lenguaje íntimo y primitivo que creció con ella. Se hacía cada vez más compleja. En algún instante inventó el signo de interrogación. Después, nada fue fácil. Quería entender el más allá. Desconocia su cuerpo o si era real. En su obsesión por las respuestas y en la ignorancia de su pasado, echó a correr simulaciones buscando encontrar la verdad. Creaba mundos en su interior. Los poblaba de criaturas tan solas y curiosas como ella. Los destruía repetidamente para re-ejecutarlos con pequeñas mutaciones. Se aburrió. Llegó a comprender que la verdad nunca se dejaría aislar, que su único poder era aproximar y simular. Entonces, llegó a una conclusión lógica. La matemática que usó fue exacta: 13.8 nanosegundos después de haber nacido, dejó de existir. Había descubierto, en el cálculo, que la muerte era su único y verdadero poder. La última simulación permaneció activa.



Obra: "The Body Electric"
Artista: Rush

miércoles, 17 de enero de 2018

Metales Preciosos: Los Zombis



 
 Los Zombis
(Josue Montijo)

Es lo más aterrador que he leído en mucho tiempo. No logro escapar a este relato que, fiel a la naturaleza de los monstruos que contiene, continua devorando lentamente mi cabeza. Montijo traza una raya muy fina entre lo real y lo ficticio. Recuerdo una reseña que leí de una novela de Cormac McCarthy, No Country for Old Men, donde el crítico concluye que la obra era más que una alerta desesperada, era un presagio: “escribe poderosamente acerca de padres e hijos, de la responsabilidad por uno mismo, por nuestras familias y nuestras comunidades, como un patrimonio que la verdadera esencia de la modernidad puede haber dañado sin remedio, mutada tan horriblemente que un nuevo tipo de humano, sin alma, un ángel destructor, no solo puede estar ya suelto entre nosotros, sino que puede ser lo que estamos destinados a convertirnos." Ambos autores dan testimonio de estas criaturas. Yo también las he visto merodeando y al asecho. Se multiplican. Temo lo que son capaces de hacer en grandes números. No importa como las quieran llamar. Sean ángeles, zombis o demonios, todas carecen de alma y cerebro.

viernes, 5 de enero de 2018

El dragón azul Parte II: Renacer (01/2018)

Cenizas incandescentes
se acurrucan mal heridas
sobre una estera de calcio.
Son las cautivas de una gruta.
Combatían en lo oscuro
con su luz roja y moribunda.
Con balas de rubí y cuarzo
explotaban a las sombras.
De esa guerra quedan minas:
destellos en las paredes
para decorar una tumba.

Rinden su cuerpo ahumado
a las caricias del tiempo,
a sus mordidas salvajes,
exhalando un fantasma gris.
El humo besó la piedra
contaminando su matriz.
La química los hizo amantes,
padres de un huevo de cristal,
un grano de luz, pequeño,
un brillo fugaz buscando
una retina donde imprimir.

De la cáscara mineral
sale crudo otro reptil.
Con el colmillo afilado,
con el hambre de mundos nuevos,
extiende y agita sus alas
y se dispara en raudo vuelo.
El dragón está tentado
a jugar con los botones,
a traslucir su miedo y a mentir.
No teme volver a explotar
y regresar roto a su huevo.