Vieja montana esmeralda
que te impones
y ocultas mi horizonte.
En tu cima milenaria
das cuenta de lo que pasa,
nos miras, pero no juzgas.
Te mantienes en silencio
esperando ese momento.
Quisiera ser como tú,
recio y ardiente,
un cúmulo de metales,
lava y cuarzo entrejidos
(las duras manos del tiempo),
un gigante paciente
con las nubes de sombrero
erguido entre los mortales.
Tal vez no somos distintos
nuestros pulmones estan llenos de magma,
(tu exhalas sulfuro
y yo aspiro fuego).
Guardamos a nuestras furias
subrepticias, bien adentro,
hasta que la presión nos quiebre
y demuela nuestras paredes.
Imagino ese dia tan claro:
te veo estallar,
un grito desconsolado,
lágrimas grises
resbalando por tu rostro,
coraje añejo y descontrolado.
Siento el calor de tu aliento
volando rápido hacia aquí,
donde me hallará
en el suelo, de rodillas,
mis ojos al rojo vivo,
y, por fin, me hará cenizas.
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