Mas que insólito, fue un evento sin precedente. Llegaron sin avisar. Procedían de un lugar tan
lejos que medir la distancia en millas era tan inútil como contar granos
de arena en la playa. Tenían una apariencia arácnida y famélica. Su cuerpo era, principalmente, un eje tubular y desproporcionado que
abría en una boca amplia de miles de dientecitos cristalinos y afilados.
De la circunferencia de la boca brotaban media docena de largos
tentáculos. Dicen que, al igual que las anémonas, tenían
micro-receptores y glándulas neuro-tóxicas en las puntas de esos
miembros. Se movían dentro de burbujas mecanizadas por una extraña tecnología que permitían parcialmente ver hacia dentro y que flotaban en el
aire, bajo algún control igualmente extraño. Las burbujas estaban insufladas, ahora
sabemos, con gases de amoniaco. Habían interceptado nuestra primera
transmisión desde Arecibo, décadas atrás. Les tomó poco tiempo
encontrar una ruta eficiente hacia nuestro sol pálido. Durante el
viaje se dedicaron a descifrar los idiomas principales (siguiendo su antiguo y probado protocolo) y aprendieron mucho sobre nosotros, interceptando las señales con las que contaminamos
el espacio. Habían escuchado de las Naciones Unidas y de Bruselas,
pero al final decidieron (unánimemente) atracar en Jerusalén, en la
periferia del monte Zión. Se cantaron inofensivos y creo que en
verdad lo eran. Los miembros del comité conjunto de recepción
fueron muy amables y, podría apostar, hasta sinceros. Todo iba de
maravilla hasta que, casi al final de ese primer encuentro, alguien
hizo la más impertinente de las preguntas. —¿Ustedes
creen en Dios? —Los visitantes no titubearon al contestar. La pantalla
gigante iluminó una ristra de letras: ENTENDIDO PREGUNTA CULTURAS HUMANAS PIENSAN FENÓMENO SOBRENATURAL NOSOTROS BIOLOGÍA GENÉTICA INMORTAL NO RAZÓN ESPÍRITU NOSOTROS CUERPO SIEMPRE NO MUERTE. Las criaturas concluyeron su discurso
aludiendo a que tampoco heredaban un pecado original a causa de
género, ya que siempre fueron asexuales y se clonaban a sí mismos.
Después que la última letra se dibujó en la pantalla, un silencio
abismal arropó aquel salón de conferencias y en un instante, al
planeta. Días más tarde, los líderes se reunieron. Semanas
después, la gente también lo hizo. Las mayorías fueron abrumadoras,
despóticas. La cruzada la organizaron todas las sectas juntas
(todas), unidas por un fin común. Como dije al principio, fue algo que jamás había sucedido. El vaticano se encargó de la logística y los asuntos legales. Los musulmanes de la ciencia y la ingeniería. A los judíos les tocó
el armamento y la táctica militar. Los protestantes pusieron el
capital humano. No pudieron obligar a los budistas, que preferían
inmolarse antes de participar. Las finanzas nunca quedaron claras. Los
despegues hacia Zeta Herculis comenzaron en noviembre. Solo espero
que sobrevivan.